Un toque de Trump-peta

Un toque de Trump-peta

El pasado martes fueron las elecciones estadounidenses. Contra todo pronóstico ganó Donald Trump, algo que a muchos de mis amigos les preocupa por la fama que se ha ganado en las televisiones y medios de este país llamado España y otros porque para ellos cualquier candidato republicano (republicano de Estado Unidos, claro) es una mala opción.
Sin embargo, para aquellos que afrontamos estas situaciones sin prejuicios la visión es distinta. No digo que sea buena, en realidad en esta ocasión los dos candidatos eran, en principio malos, pero más que los que ha dicho en la campaña, más que lo que han dicho de él en la campaña tendremos que ver ahora que es solo que realmente va a hacer.
Pues ya sabemos que una cosa es la campaña y otra lo que luego hacen los políticos.

Trump
Estos días, posteriores a las elecciones los he pasado preguntando a algunos contactos residentes en EEUU por algunas de las cosas que se han dicho aquí de Trump y cómo es que con eso ha conseguido ganar.
Una de las primeras mentiras, o manipulaciones, sobre él es que se trata de un populista antisistema. La falacia no está en que no sea populista, que lo es, sino en que sea antisistema, que no lo es. La mala traducción de «antistablishment» como antisistema da la impresión de que es una especie de nuevo Hitler dispuesto a quemar el Reichstag (parlamento alemán) o en este caso el Congreso. Nada más lejos de la realidad. Según me han indicado más bien se trata de alguien que habla de limpiar el sistema, de volver al espíritu original, aligerándolo de tantos y tantos lobbys y grupos de presión existentes en torno al gobierno y el legislativo y que prostituyen el espíritu de la Constitución original. ¿Podrá ser capaz de limpiar el sistema sin romperlo? No lo sé pero al menos, a diferencia de otros aquí que lo primero que quieren es eliminar la constitución de 1979, él no aboga por la ruptura del sistema, sino por la eliminación de los parásitos del mismo.
Algo que quizá debería hacernos reflexionar a los españoles ya que vivimos en una país donde el primer partido del legislativo (y partido del gobierno) con dos antiguos tesoreros sentados en el banquillo de los acusados por financiación ilegal del partido mediante la aceptación de sobornos y regalos, lo que el anterior líder del primer partido de la oposición le echaba en cara como causa para no apoyarlo, olvidando que él, su partido, tenía en el banquillo o a punto a dos expresidentes (Chaves y Griñan) por desviar fondos públicos, nacionales y europeos, al menos a gente cercana al partido (y posiblemente al mismo) por un monto de más de mil millones de euros. Y no son los únicos: el partido que ha gobernado durante varios años en Baleares fue disuelto por la gran cantidad de integrantes que acabó en la cárcel, el que ha gobernado Cataluña durante treinta años está con la sede embargada y líderes históricos en el punto de mira de la justicia por blanqueo de dinero y corrupción, hasta el punto que ha tenido que cambiar de nombre. Incluso uno de los partidos nuevos, uno que sí es verdaderamente antisistema pues quiere desmontar la Constitución y aún la nación, pese a su poco tiempo de existencia y la lentitud de la justicia se está viendo en escándalos de financiación ilegal, proveniente del extranjero mayoritariamente, escándalos por sus miembros con adjudicaciones sospechosas de viviendas de VPO que luego son vendidas con beneficio por aquellos que se manifiestan contra la especulación,… que no es que todo lo que se dice de ellos sea ilegal, pero es en gran medida incoherente, por no decir inmoral.
Pero la victoria de Trump no se sustenta en sus anuncios de limpieza, ni en su crítica al stablishment, sino, principalmente en su opción por la mayoría tradicional. Su planteamiento es que está muy bien la tolerancia, pero eso no puede significar una marginación de la mayoría. No se puede plantear, en una nación con el 60 por cien de la gente cristiana, un diez por cien de gente que no cree y otro diez de diversas religiones, entre ellas la islámica, que por tolerancia religiosa hay que retirar los crucifijos y también aceptar otro símbolos religiosos como un turbante Shij o el hiyab islámico. Igualmente provoca rechazo en esa mayoría otras posturas, como aquellos que exigen respeto por su diversidad sexual burlándose de elementos básicos de la religión (y eso que allí la mayoría de cristianos nos son católicos sino de ramas protestantes, muchos de los cuales no veneran a los santos, no siquiera las imágenes de Cristo). Posiblemente podría haberse dado un candidato, aún más extremista, dispuesto a desmontar el sistema para beneficiar a la mayoría, a volver a tiempos anteriores a Lincoln, sustituyendo a la raza negra por los inmigrantes ilegales, o alguna variante similar, pero no han sido esos sus planteamientos, aunque no hayan sido demasiado lejanos… Y pese a ello, la mayoría de los estadounidenses han votado por él.
Algo que debería hacernos reflexionar a los europeos sobre nuestras propias actitudes.

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