El problema (español) de la banca

Durante estos pasados años de bonanza en muchos países se han hecho las cosas mal. Sin embargo, en estos momentos, parece que solo España, o como mucho España y Grecia, tengan un problema por haber hecho las cosas mal.

¿Cuál es realmente el problema que nos acucia a los españoles? ¿Por qué ahora estamos en el punto de mira internacional como si fuéramos los culpables de la crisis, los causantes de ella? Y no digo que lo hecho en España no haya contribuido a la misma, aunque también hay que reconocer que no ha sido el único factor.

Y si bien la banca tampoco es el único factor de la crisis, al menos en España, se está mostrando como el más relevante.

En realidad, aunque parezca que abandono mi serie de reforma fiscal no es tal, sino que abordo el problema desde otro ángulo. Lo mismo que unos impuestos de espaldas a la sociedad están provocando fisuras y, de hecho, la ruptura de la unidad de España, los factores que causan (no los que desencadenan, los que la crean) la crisis son comunes a todo el “occidente” y tienen una amplia e importante relación con los factores que nos llevan a que sea necesario cambiar la filosofía fiscal en España si queremos que esta sobreviva a la siguiente generación.

Pero no voy a entrar, al menos hoy, en las causas, sino en uno de los efectos y en qué nos hace diferentes a España del resto de países del mundo.

Para empezar reconozcamos que todos los bancos, sin excepción, lo han hecho mal. Cuando la ley marcaba unos determinados importes que los bancos y cajas debían dedicar a reservas, a fondos por si los créditos que concedían fallaban, teniendo un porcentaje mucho menor de impagos de los que marca la ley, nadie cumplió la ley. Y con aquello de no hacer distinciones el Banco de España, que debía controlarlos los dejo campar con manga ancha. Así bancos y cajas prestaron lo que tenían y lo que no. Jugando a los dados con el destino, no solo no guardaron aquello que la ley les obligaba sino que se endeudaron por encima de sus posibilidades, con créditos baratos del mercado internacional, para prestarlo, a mayor interés, a los españoles. Créditos a la construcción, a la compra de viviendas, al ladrillo, pero también al consumo. Coches, viajes, masters, televisiones gigantescas para minúsculos salones y sus vertientes análogas en la empresa como oficinas de diseño o berlinas de empresa, para empresas que nada facturan es una de sus facetas. Pero igualmente importantes han sido los créditos a partidos políticos y empresas cercanas a ellos. Y los mismos créditos al estado, en todas sus administraciones, pues no nos engañemos pero cuando un señor de CIU o del PNV hablan de “estado” parece que hablen de algo ajeno a ellos, pero el estado son todas las administraciones. Autonomías, diputaciones y ayuntamientos también son estado.

Y ese ha sido el mayor circulo vicioso. En especial en las cajas y en los bancos propiedad de estas. El resto, sobre todo cuanto más grandes, siempre ha tenido el freno de tener que responder ante sus inversores, en algunos casos internacionales, pero las cajas de ahorro y algunos bancos que eran de su propiedad, en la práctica, respondían ante aquellos mismos que les demandaban los créditos.

Por eso, porque los gestores de las cajas están nombrados por los políticos que han sido los principales beneficiarios de la situación anterior a la crisis y que son, en gran medida, los responsables de la crisis, pero también lo que tienen que exigir responsabilidades, parece que aquí no pase nada.

Y ese es el verdadero problema. Que no pasa nada.

En Islandia, los principales gestores de los bancos, están en la cárcel o en busca y captura. En Estados Unidos la situación, entre los que han llegado a quebrar o necesitado ayudas importantes es similar, y si no se enfrentan a penas de cárcel si a responsabilidades personales patrimoniales por las perdidas causadas. Pero ¿Cuál es la situación que vemos en España?

Consejos de administración multitudinarios donde todos los consejeros que han quebrado (aunque no reconocido) seis, siete o diez cajas mantiene su poltrona, en muchos casos simultaneandola con la antigua que no deja de existir por completo.

Directivos que han realizado las malas practicas que se jubilan con imdemnizaciones millonarias y a los que no les pasa nada o

Si se les llega a amenazar con algo empiezan a decir que van a tirar de la manta, como algunos directivos de la CAM.

Y todo ello aderezado con un gasto en la administración que sigue desbocado y tirando de crédito con esos mismos bancos y cajas a los que deberían controlar.

 

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