Lo primero es asegurarnos que esa baldosa suelta es la única, o en caso contrario obrar en consecuencia. Para ello usamos la paleta, introduciéndola en el espacio entre la baldosa y la base.
En este caso se levanta únicamente una de las adyacentes
Aunque las examinamos todas. De todas formas, como finalmente comprobé, debí de usar un criterio más estricto, no solo el que la baldosa saltase, pero de eso hablaremos más adelante.
El siguiente paso es eliminar los restos de cemento pegados a la base de las baldosas. En este caso, al ser gres, es más peligroso, ya que en esta operación es más fácil romper la baldosa que si fuese terrazo u otra más resistente. Como ya comentábamos, el hecho de tener pegado cemento en la base nos hace suponer que las baldosas no estaban sucias cuando las pusieron, sino que ha degenerado el cemento de la base.
Si esta degeneración es por problemas del material (pasta mal hecha o elementos de mala calidad) o por circunstancias posteriores (agresivos que se hayan colado por las juntas después de haber dañado la junta) tampoco lo podemos afirmar, ni es ese nuestro objetivo.
En todo caso tras eliminar los restos de la base también eliminamos cualquier parte que pueda estar suelta o degenerada de la pasta que hay bajo las baldosas. Tras ello barremos toda la suciedad generada y limpiamos, tanto la base de las baldosas como el cemento del suelo, con agua, para retirar el polvo generado.
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