Problemas técnicos ajenos a mi voluntad me impiden, cuando redacto esto, acceder a las imágenes de la encuadernación.
Por ello aprovecharé para extenderme más sobre el comentario de una de las lectoras respecto a los tipos de encuadernación.
Es cierto que por una parte es más rápido tratar todo el mazo unido, como hicimos en el último artículo, que ir perforando las hojas en grupos de ocho o diez, eso también depende de la encuadernadora y las hay industriales que permiten cien o más folios, pero con la mía, que es barata, no admite más de diez. Pero también es cierto que el proceso de ir perforando, si potamos por la encuadernación de gusanillo puede hacerse de forma fraccionada, hoy un par de bloques, mañana otro; ahora un bloque dentro de tres horas otro… sin más problema que sacar y guardar la encuadernadora-perforadora cada vez o dejarla encima de la mesa durante todo el tiempo.
Sin embargo encuadernar con la encuadernadora térmica, aunque en el computo total pueda ser más rápido, requiere disponer de tiempo de forma continua. No es que no se pueda dejar el proceso a mitad, pero es más difícil. Como ejemplo, una vez finalizados los cortes del último artículo no podemos soltar las hojas hasta que estén pegadas y puesto que eso debemos hacerlo con cola térmica hay que poner a calentar la pistola. Análogamente, las tres (o cuatro o cinco…) veces que aplicaremos la encuadernadora al libro es mejor hacerlas a la vez, ya que de lo contrario, para cada una de ellas tenemos que volver a calentar la encuadernadora.
Por otra parte terminar indicando que este mismo procedimiento (e incluso alguno más complicado) nos puede valer para encuadernar de forma tradicional (sin encuadernadora) usando cola blanca. Las únicas variaciones son que es mucho más sucio, requiere tiempos de secado más dilatados y no permite correcciones en la cola, o al menos esta son más difíciles de hacer.
