Cuando una manguera se pincha o se revienta está claro que está rota. La solución obvia es cortar y empalmar. Pero hay otro tipo de averías, menos críticas pero no menos dañinas, quizás, como es los dobleces y cierres. Es decir cuando la manguera se dobla hasta tal punto que cierra el paso al agua.
E incluso cuando aún no cerrándolo lo dificulta mucho. Este caso puede ser menos grave en una manguera que sale del grifo, solo nos causa perdida de caudal, pero, como en nuestro caso, cuando es la manguera de limpieza de la piscina (no es que haya que vaciarla completamente pero, después de la invernada, hay que renovar parte del agua y expulsar la suciedad depositada en el fondo) lo que al cerrar el paso al agua fuerza al motor de la bomba.
En este caso se trata de manguera de 1” (una pulgada) por lo que la tubería algo mayor es la de 40 mm de diámetro. Justo la que estoy usando para el riego, que más adelante os mostrare, por lo que cortamos un trozo de la misma. Para mangueras menores, naturalmente el trozo de tubería será de menor diámetro.
Una vez cortado optamos por la solución fácil, ya que es el primer doble y tenemos un extremo libre de impedimentos, que es introducir la tubería desde ese extremo hasta llegar al doblez, aunque eso significa pasarla prácticamente de parte a parte, los veinticinco metros de la misma. Si algo (empalme en ambos extremos, otros dobleces arreglados, etc) nos lo impidiera seria necesario cortar trasversalmente la tubería para poderla adaptar. En ese caso deberíamos de procurar que el corte quedará donde ejerciera mayor presión para deshacer el doblez.
Y una vez dispuesto en la zona lo sujetamos con precinto.
