Por qué no creo en el socialismo (y VI)

Por qué no creo en el socialismo

Como recopilación y final de esta serie de artículos sobre el socialismo reuniré en las conclusiones la lista de aquellos aspectos que no me gustan tanto de la ideología socialista como de su aplicación estricta. Aun así debo reconocer que existen importantes aspectos, al menos cuando se aplican a nivel práctico y con mesura que pueden llegar a ser positivos, como nuestra Seguridad Social, que no olvidemos fue creada por el régimen fascista del dictador Franco, pero es que en el fondo tanto la Falange como el fascismo italiano y el nazismo alemán beben de las fuentes del socialismo, aunque repudien alguno de sus aspectos como el internacionalismo.
Con todo y con ello, nuestra Seguridad Social no es sostenible, en lo médico a medio plazo (a menos que con racionalidad la restrinjamos a los ciudadanos nacionales, los residentes en España legales, que cotizan y contribuyen a ella, y a aquellos turistas cuyos países asuman el gasto y, salvo el primer grupo, restringiendo exclusivamente las prestaciones a la estricta prestación en el territorio nacional y en el caso del tercero, además, a lo estrictamente básico y necesario para poder repatriarlo) ni en lo que respecta a las pensiones a algo más que el corto plazo, salvo que el Estado elimine de sus prestaciones a todos aquellos que no han contribuido al sistema y reponga los ingentes gastos realizados en los primeros tiempos, cuando ambos conceptos estaban unidos pero no se pagaban prestaciones pues no había aún beneficiarios, en el desarrollo de la infraestructura sanitaria.
Pero dejando de lado las aplicaciones parciales el socialismo tiene graves problemas de base:
1.- Al renunciar a la justa y proporcional retribución al éxito lo que hace no es promocionar un igualitario reparto sino fomentar la desidia y falta de esfuerzo.
2.- La pretendida igualdad teórica, se trasforma en rígida jerarquía al servicio del partido en cualquier aplicación práctica. No han existido sociedades más desiguales en la historia que la Rusia Comunista, Corea del Norte, Cuba Castrista o Venezuela bolivariana, hasta el punto que un socialista convencido como era George Orwell le dedicó en su momento una de sus mejores obras: Rebelión en la granja; que incluye uno de sus mejores aforismos «Todos somos iguales pero algunos son más iguales que otros»
3.- Las desigualdades que derivan de la aplicación práctica de una teoría que no es acorde con la realidad posible solo se puede basar en la mentira y en la manipulación del lenguaje, lo que como ejemplo literario que los pone de manifiesto nos lleva a otra de las geniales obras de Orwell y la que hace que nos refiramos a una situación política completamente falaz y mentirosa como Orwelliana: 1984, donde plantea la política basada en la neolengua y la mentira: «Dolor es placer, amor es odio, guerra es paz»

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