El (no) discurso del rey

Dicen los teóricos que el objetivo de un discurso es enardecer a los oyentes y motivarles en favor de algo y en especial en favor de aquellos ideales o de la misión que encarne el que pronuncia dicho discurso.

Si esto es así lo que oímos el otro día a las nueve de la noche, los pocos que lo oímos, no fue un discurso. Un conjunto de palabras hilvanadas, pronunciadas correctamente y posiblemente ejecutadas tantas veces como haya sido necesario para que los asesores y el equipo de imagen consideren que ha quedado bien… pero palabras vacías y sin sentido que lejos de cumplir una función como discurso solo sirven para incitar a aquellos que precisamente desean destruir nuestra convivencia común y no solo destruirla separándose sino que además se lanzan como perros rabiosos contra otras partes de la geografía nacional que nada queremos con ellos.

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Esos perros rabiosos, esos buitres nazis, esos carroñeros imperialistas a los que el no discurso de hace unas noches del supuesto jefe del estado ha dado alas no se conformaran con separarse, pues ellos solos no van a ningún lugar, no sirven para nada, no pueden sobrevivir en este mundo global, solo pueden hacerlo si explotan a otros. Alemania tuvo la organización Todt para explotar los países ocupados, los nacionalistas catalanes y vascos quizás no tengan aun su Todt particular pero hace cincuenta años que llevan diciéndonos que países quieren ocupar.

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