Deudas públicas, ocultas y prevaricadoras

Está claro que ante un cambio de gobierno, sea autonómico, local o nacional se van a producir tensiones, pero la situación que estamos viviendo en la España de principios del Siglo XXI con amenazas de marchas sobre Madrid al estilo de los camisas negras de Musolini del siglo pasado, manifestaciones callejeras ilegales contra las que el gobierno no se atreve a actuar, cual si estuviéramos viviendo los tiempos del final de una dictadura, detenciones de funcionarios, como el caso de un ayuntamiento sevillano, por destrucción de documentos públicos, y denuncias de otros casos por parte de la prensa o de los ganadores de las elecciones que solo se ve respondido con un genérico “y tu más” sin que realmente se le pueda acusar de dichos delitos a ninguno de los alcaldes o funcionarios de ayuntamientos del PP donde en virtud de pactos PSOE-IU o PSOE-IU y otros (como en el caso de Valencia con Compromis) el PP va a perder las alcaldías.

Y es que una cosa son las deudas públicas (en ambos sentidos: por ser de la administración y por estar reconocidas) otra las deudas ocultas (en especial con proveedores ya que los bancos no se suelen dejar) y otra muy distinta las posibles deudas derivadas de gastos incorrectos, inadecuados o simplemente contrarios a la ley.

No digo yo que sea este el caso, pero al menos lo parece y quizás, dado que los “indignados” parece que vayan a repetir la marcha sobre Roma de los años 30 quizás sea adecuado traer aquí el refrán romano que dice que “La mujer del Cesar no solo tiene que ser horrada sino que, además, debe parecerlo.

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