Depresión

Aunque reconozco que quizás el termino sea excesivo, pero la verdad es que no he encontrado una palabra más concisa para describir lo que siento. Ha pasado el ecuador de las vacaciones y apenas una décima parte de los proyectos y expectativas están realizados… digo realizados, en realidad abordados.

Pasó la primera semana en la que una mirada vigilante y decisiones unilaterales ajenas me impidieron hacer nada de lo previsto. Aunque reconozco que en esta ocasión no fue una completa pérdida de tiempo, tampoco puede decirse que haya sido positiva. La segunda fue un completo caos, pues donde esperaba encontrarme libertad me encontré en la necesidad de esperar un envío que no llegó, al menos esa semana, pero que me impedía ponerme a muchos de los proyectos planificados pues el temor a estar fuera de la casa si llamaban, o a que llegar alguien a realizar la entrega y estuviese chorreando de sudor me impedían abordar algunas cosas. Y cuando por fin parecía que libre de trabas podía ponerme a ello, el desánimo se hace rey.

Puede que sea un exceso de confianza, una mala medida del tiempo, también es cierto que ha habido que hacer muchas cosas de mantenimiento con las que no contaba, algunos proyectos se han complicado y, por encima de todo está la perenne crítica. El continuo “eso no me gusta”, “¿y eso para qué?”, “en lugar de eso…”, siempre terminado con algo con lo que YO no estoy de acuerdo y no estoy dispuesto a hacer.

Al final resulta más gratificante quedarse en el sofá tumbado sin hacer nada, encerrarse en la concha y dejar que las palabras ajenas resbalen, sabiendo que las cosas a mitad hacer molestan más que hechas, aunque es el hecho de que estén hechas lo que ha motivado la bronca, los malos y las malas palabras ante las que no caben más que silencio e indiferencia frente a alguien que actúa, en todas sus decisiones que te afectan más que las tuyas a ella, del modo en que te está acusando a ti. Pero como ya dijo Jesús vemos la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio y lo que es peor cualquier cosa que eso lo ponga de manifiesto solo va a significar una escalada de reproches y contrataques hasta llegar a un punto de no retorno. Ante lo cual solo cabe el silencio indiferente y la desgana, no solo motivada por saber que las cosas a medias van a resultar particularmente molestas, sino porque la forma en que se han planteado eliminan todo animo de acabarlas, siquiera de recogerlas, con un matiz que no encuentro otra forma de definir que depresión.

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