¿Dejará de ser España un país de propietarios?

¿Dejará de ser España un país de propietarios?

Retomamos esta serie de artículo dominicales sobre las hipotecas tras el paréntesis congresual. En el anterior artículo hablamos de lo mucho que el gobierno del generalísimo Franco elevó el nivel de vida de los españoles e hizo que la gran mayoría pasara de ser una clase baja campesina o proletaria a una clase media (en muchos casos igualmente campesina o proletaria) baja, mediante el desarrollo de políticas económicas tendentes a crear empleo y una cultura del esfuerzo, y una clase media alta trabajadora (profesiones artesanas y liberales) con las mismas a la que se sumaba leyes favorecedoras de la propiedad privada y del crédito. Una de estas leyes era precisamente la ley hipotecaria. Otra, aunque parezca contraproducente, fue la ley de alquiler, dando demasiadas ventajas al inquilino (en mi opinión) y muy pocas al propietario. Sin embargo, es necesario reconocer que esa ley permitió que en España se diesen tres circunstancias:

  • Se desincentiva la inversión para alquilar y la holganza de «vivir de rentas» dado que a menos que se tenga patrimonio (e ingresos ) para estar incrementando continuamente el número de viviendas en alquiler el poder adquisitivo de los rentistas va cayendo conforme la inflación se dispara.
  • Se incentiva la compra de vivienda, no solo por la facilidad del crédito sino porque previendo una bajada progresiva del alquiler en relación al IPC los primeros años (que es en lo único que se suele fijar la gente) es bastante más caro un alquiler que el recibo de la letra de una hipoteca.
  • Se aumenta la vivienda disponible para la compra, al eliminar del mercado los dos grandes compradores de vivienda, que en el resto de Europa se convierten en auténticos «monopolizadores» de la vivienda: grandes fortunas y fondos de inversión inmobiliaria.

Debido a los bajos impuestos directos (oficialmente no existen, sí lo sé, pero aunque técnicamente no exista como tal las cotizaciones a la seguridad social creada por el gobierno de Franco son un impuesto directo aunque lineal, a las rentas del trabajo —aunque sobre este tema podríamos hablar en otra serie de artículos distinta— que en su mayoría es invisible ya que salvo una pequeña parte lo paga el empleador) y a unos no demasiado altos impuestos indirectos, junto a tasas de empleo del 120% (sí el 120% o más, ya que muchos trabajadores tienen más de un empleo y no hablamos de los miniempleos de tres horas actuales, sino de empleos de ocho horas, al menos uno de ellos) hace que los españoles nos acostumbremos a ser propietarios de nuestra vivienda y que el primer objetivo y condicionante (ambas cosas) para llegar a la boda y abandonar el nido paterno sea disponer de vivienda en propiedad.

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