No es que ese sea el lugar de aparcar el remolque, tampoco que las mangueras las almacenemos encima de él por gusto. Todo tiene una explicación: ella.
Sí ella. Y me mira mal en esa foto porque le he quitado una de sus diversiones.
Pero comencemos por el principio.
Al vivir en un chalet la linea telefónica nos entra a un palo en la valla de la parcela. Sea buena idea, o no, por recomendación de mi suegro dejamos una zona por la que jalar el cable, si este era cambiado o por la que saliera el agua que entrara en el tubo, pese a que en la parte superior tiene un codo. Hasta ahora no habíamos tenido problemas, pero desde que tenemos esta perra, que como captareis del comentario anterior también mordisquea la mangueras, ha tomado por costumbre atacar y morder la curva del cable telefónico.