¿Y mi derecho a decidir?

Mañana es el día en que se rompe España, la deslealtad de unos y la cobardía de otros han contribuido a ello. Los muchos recursos, sin más acciones, realizados por el gobierno de Rajoy, mal llamado en este caso poder ejecutivo puesto que se niega a ello, nos han llevado a que mañana, lejos de no pasar nada, pase lo que pase será negativo para España y se culminará un golpe totalitario contra los españoles.

La Constitución española, esa que se aprobó por mayoría con los votos de nuestros padres, en mi caso al menos, o abuelos, esa que se supone que nos debe regir y que no se cumple completamente, por las muchas carencias que los partidos mayoritarios se han negado a cubrir (legislativamente en unos casos, como es el tema de regular la Casa, Real, el derecho a huelga, y la igualdad efectiva entre todos los españoles) y en otros por una ambición de los padres constituyentes ajena a nuestros medios económicos. Esa constitución mañana será menos cumplida y los españoles, todos los que nos sentimos españoles, tendremos menos derechos.
Porque ese es el engaño del totalitarismo nacionalista: el que una mera región pueda decidir por todos los españoles no es concederle a esa región el derecho a decidir, es negárnoslo a todos los demás españoles.
La inacción del actual gobierno, la judicialización de acciones políticas ejecutivas que debían haber sido realizadas nos lleva además a que ni siquiera todos los catalanes van a poder participar en esta farsa, que lamentablemente va a ser reclamada como referéndum en breve por los nazionalistas. Esta farsa, que al realizarse al margen de la ley, contra la ley, impide en puridad la participación a todos aquellos catalanes que no están de acuerdo con ella, a todos aquellos catalanes que quieren ser españoles, pero más aún, que incluso en su ilegalidad conculca el derecho de los españoles a decidir, conculca el derecho de los españoles a ser iguales, pues ese es en puridad el objetivo del nacionalismo catalán: crear españoles de primera y de segunda. Como dijo recientemente un presentador televisivo catalán en el programa El Hormiguero de Pablo Motos: «Una reforma constitucional que nos reconozca, porque es que el café para todos que concreta la constitución del 78 no nos vale.». Gran frase que resume y concluye toda la filosofía del nacionalismo catalán: no les vale tener la misma autonomía que los demás, ellos quieren y siempre querrán más, aunque eso significa que para los demás siempre hay menos.

¡Pues no!, señores, no. Yo también quiero mi derecho a decidir, y si después de treinta años de adoctrinamiento y gobiernos cobardes mantener unida a España significa que algunos seamos ciudadanos de segunda en nuestro propio país, lo siento pero prefiero que se rompa. Mi derecho a decidir se decanta por no ser menos que un catalán y menos, como valenciano, ser un catalán de segunda. Ahora solo falta que el gobierno tenga el suficiente valor para hacer lo que hay que hacer, porque a los cobardes actuales no les voy a votar, eso lo tengo muy claro.

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