Por qué no creo en el socialismo IV

Por qué no creo en el socialismo

Una de las cosas que me hacen no creer en el socialismo es como os he estado contando hasta ahora, la inaplicabilidad de las teorías económicas que no se basan en un rendimiento directo al éxito. Aunque en ocasiones el éxito puede ser causa de la casualidad (o incluso parecerlo cuando no lo es) y por mucho que se trabaje y esfuerce uno puede tener como resultado el fracaso, más habitualmente el éxito es la suma de esfuerzo y conocimiento adecuadamente aplicado. Incluso la idea feliz más ocasional normalmente no llega por casualidad sino por un largo tiempo de preparación y formación… Y esa también debe ser recompensada.
Por otra parte es cierto que en ocasiones el mayor de los esfuerzos conduce al fracaso, pero no lo es menos que cuando se da esa circunstancia el esfuerzo suele no ser tanto como se consigue aparentar o carece de una base y conocimientos suficientes como para poder llevar su esfuerzo correctamente encaminado.
En las sociedades occidentales existe una vía intermedia: los asalariados, normalmente, no cobran en función de sus rendimientos, sino de su tiempo de trabajo. En general las normativas laborales impiden que la retribución sea directamente proporcional a la labor desempeñada (por ejemplo un asalariado no se le puede pagar por pieza fabricada, metro de pared o levantado o importe de las ventas realizadas), aunque queda el pequeño recurso de los «incentivos». De todas formas de una retribución por puesto, horas y función a una igualitaria o en la que se cobre «en función de la necesidad» media un abismo.
Y en todo caso esa no es mi mayor objeción al socialismo, pero de esa ya hablaremos la semana que viene.

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