En 1973 los países productores de petróleo subieron los impuestos a la producción y causaron una crisis económica mundial. Poco después España entraba en una crisis política que se venía gestando años, conforme el estado emergente de la guerra civil se alejaba de las circunstancias de su creación y el régimen político que lo sostenía dejaba de tener sentido práctico.
La crisis definitiva vino de la mano del relevo en la jefatura del estado, al morir el dictador y dar paso a la emergente monarquía de Juan Carlos I. Las decisiones del monarca, en contra, incluso, de todo el establishment político, en impulso del cambio de régimen nos llevaron a la situación actual. Cuando en 1979 el Conde de Barcelona renunció a sus derechos dinásticos en favor de su hijo Juan Carlos, entendiendo que con ello se cerraba el cambio, aunque para la mayoría del público y los historiadores se considera cerrado con la victoria en 1982 del partido socialista.
Ahora, por otras causas distintas, el mundo, o al menos nuestro entorno de Europa Occidental, está nuevamente inmerso en una crisis económica y nuevamente la jefatura del estado vuelve a estar en una situación personal delicada y se abren expectativas de relevo. Y nuevamente la ciudadanía considera que el sistema político esta agotado y que no responde a las necesidades de la nación, mientras que el establishment, incluida la minoría que ni siquiera cree en la nación, se resiste al cambio.
¿Será la única solución de España que cambie de nuevo la jefatura del estado?
