La alternativa del diablo

La alternativa del diablo

Nuevamente estamos en campaña electoral, bueno es un decir porque la campaña parece que no haya parado ni siquiera cuando las Cortes estaban reunidas, pero esta semana que se avecina comienza de nuevo, oficialmente, la campaña electoral, por lo que he considerado que es el momento adecuado para realizar un nuevo off-topic con mis reflexiones sobre las opciones que tenemos los españoles en esta seudo democracia de partidos con cada vez más concentración de poder en los mismos y más corrupción.

Para empezar ¿merece la pena votar? Incluso reconociendo el momento crítico en el que estamos, sabiendo que del resultado de las votaciones puede derivarse que España termine de salir de la crisis o vuelva a un nuevo pozo, esta vez sin salida, como les pasa a nuestros amigo venezolanos, que día a día van retrocediendo y en breve estarán viviendo como en el siglo XVIII. Aun así, el primer planteamiento no es sino si realmente un voto (o cientos) van a cambiar algo, lo bastante como para que merezca el esfuerzo de ir a votar.

Y una vez decidido ir, lo que aún está por ver, llega la gran pregunta de a quién votar. Salvo excepciones puntuales; algunas zona con apoyo mayoritario o muy importante a grupos regionalistas, separatistas o terroristas; las elecciones se van a dilucidar entre cuatro partidos. Votar a cualquier otro es ya de antemano votar sabiendo que el voto solo va a servir como mera muestra de apoyo moral, pero no va a tener resultado práctico. Incluso en muchas provincias, las más pequeñas en las que solo entran en juego tres diputados, uno de los cuatro seguro que queda fuera, pero ahí está la competición y, al menos en principio, cualquiera de ellos tiene opciones.

Votar: La alternativa del diablo

Y en caso de decidir dar el voto a uno de los que tiene posibilidades llega la alternativa del diablo, pues no se trata de votar el mejor, ni siquiera a uno bueno, pues eso no existe, sino a quien pensamos que va a ser menos malo. Y sinceramente, tanto la historia pasada como lo que han hecho en estos meses o lo que vamos sabiendo de cada uno de los partidos y sus conexiones internacionales me hacen pensar que ese «menos malo» va a ser en todo caso bastante malo… Claro que siempre podemos elegir la opción pésima que ha hecho retroceder a Venezuela al siglo XVIII con sus utopías irrealizables y su buenismo y que probablemente nos haga retroceder a nosotros al Siglo IX o X.

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