física, estado y Dios

Curioso mundo este. Los científicos se salen de su campo de investigación, es este, supuesto, occidente cristiano, que cada vez lo es menos para volverse contra sus raíces y los orígenes filosóficos de su libertad… pero no se atreven a plantear esos mismos postulados donde más falta podrían hacer.

Dejando de lado la cuestión de si los juegos matemáticos que últimamente realizan los físicos (multiuniversos, teoría de cuerdas, la teoría del ‘todo’, la teoría ‘M’,…) son o no empíricamente demostrables o útiles… también decían lo mismo de las primeras versiones de la Teoría de la Relatividad de Einstein y se comprobaron, al ver que la luz se curvaba al pasar cerca del sol. Esta observación directa sólo pudo hacerse, naturalmente, durante un eclipse. Pero pasó un tiempo antes que se dieran las condiciones, poco de laboratorio dicho sea de paso, para realizar las observaciones. En cuanto a su utilidad: Energía nuclear, resonancia magnética, scaners cerebrales,… son algunos de los usos derivados de la misma.

Pero lo que la ciencia no está capacitada, ni lo estará nunca, es para dilucidar la existencia o no de una entidad trascendente. En realidad la ciencia ni siquiera está capacitada para dilucidar su propia validez. Toda la base de la ciencia, por encima de la experimentación, por encima de la cuantificación y por encima de la medición… es la creencia no demostrada que las «leyes» del universo son inmutables y permanentes… curiosamente la misma base que presentan todas las religiones según las cuales la «verdad revelada», en la que se basan todas la morales de base religiosa, no es más que la formulación de las leyes naturales…

Cuando en el siglo XIII Santo Tomas de Aquino trata de unir la Fe y la Razón y por ese medio demostrar la existencia de Dios, como un medio para que una Iglesia que, en parte, había abandonado los preceptos de su Creador se extendiera más qe lo que llegaban las espadas de sus paladines… o simplemente de aquellos que fingían creer por conveniencias políticas y económicas, se equivoco pues trató de situar a Dios fuera de su ámbito: la Fe.

Siete siglos después el viejo mandato «dad a Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» vuelve a ser incumplido, pero esta vez por aquellos que pretenden silenciar a los que creen. El problema de muchos ateos, en los que evidentemente incluyo al conocido científico británico Stephen Hawking, no es que no crean en la existencia de Dios. El problema es que les molesta que los demás crean. Son tan fanáticos, aunque se niegan a reconocerlo, en su religión, aunque no le reconozcan a esta la categoría de tal, sea la ciencia, el dinero o la política, como lo son los creyentes en Dios que, en su nombre, llegan a asesinar, aunque lo llamen ajusticiar, a un semejante.

Les guste o no hay quienes pensamos que Dios Existe. No necesariamente como creador de este mundo… que quizás como decían los cataros haya sido creado por el maligno, más que por dios, vistas las obras de este mundo, pero si como inspirador de la inteligencia humana. Les guste o no a aquellos que nos igualan a los animales, la inteligencia humana es capaz de dar un salto de la naturaleza a algo más elevado… que ninguna otra especie es capaz. Sin embargo tanto aquellos que postulan que Dios no existe como los que sólo aceptan su visión del mismo, lo usan como excusa para el peor crimen que se puede cometer: el asesinato de otro ser humano encubierto bajo la capa de «la ley», se llame ejecución, eutanasia, aborto o accidente (cuando sus causas en este último pueden preverse y evitarse).

A Stephen Hawking, y a todos los que como él, pretenden demostrar en el libre mundo de occidente, de origen e inspiración cristiana, que Dios no existe les recomendaría que fueran a predicar a países como Irán, Arabia Saudí o Sudan… donde no creer en el «dios oficial» puede significar la muerte.

Referencias:

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/02/ciencia/1283415274.html

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/04/internacional/1283601652.html

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