Esta semana entró en vigor la normativa aprobada por la Junta de Andalucía por la que esta se arroga el derecho de expropiar temporalmente los pisos vacíos. Es curioso que aprueben eso cuando según diversas fuentes la junta ya dispone de entre cuatro y cinco mil pisos, que tienen vacíos, no asignados en el instituto autonómico de la vivienda.
Pero más curioso es el razonamiento según el cual se realiza para garantizar el “derecho a la vida”, como si el no tener vivienda implicase que uno está muerto. Así como quien no quiere la cosa la consejera de la Junta acaba de quitar de la lista de los vivos a varios cientos de millones (posiblemente varios miles de millones) de personas de este planeta.
Reconozco que una vivienda puede ser un elemento necesario para una vida digna, aunque en ese caso tampoco cualquier vivienda vale y por ello cabría pensarse por qué la junta no ha hecho nada, hasta ahora y sigue sin hacerlo que sepamos, con tantas chabolas como pueblan algunos barrios de Andalucía.
Aunque personalmente me interesa más otro aspecto de la noticia. ¿Qué harían todos los que este jueves y viernes jaleaban el decreto de la Junta si alguno de los múltiples gobiernos de España, recurriendo a su razonamiento de que el derecho a la vida está por encima de cualquier otro y que en función de él se pueden suspender temporalmente las demás disposiciones del ordenamiento jurídico siempre que tengan relación con el lugar habitado, decidiera que para garantizar el derecho a la vida de todos los no nacidos que habitan en los vientres de sus madres procedía a expropiar temporalmente, solo nueve meses frente a los tres años de la Junta, los vientres maternos de todas aquellas que por simple incomodidad quieres desahuciar a sus bebes de su habitad natural? ¿qué harían entones?
