El signo de los tiempos

Hay quien dice que la Iglesia va con retraso respecto al resto del mundo. Puede que sea así, en ocasiones, aunque si vemos lo que algunos pueblos han pasado con sus “experimentos” quizás no estar a la última es algo ventajoso. ¿O acaso los setenta años de comunismo de la antigua Unión soviética nos animan a “estar en la vanguardia”, como decían en su momento del comunismo?

Ciertamente mejor no.

Pero esta semana hemos vivido un hecho, que culmina una quincena, un mes en realidad, histórico. Situación histórica que se inició en el momento en que Benedicto XVI anunció su renuncia, la primera en casi seiscientos años, pero más importante si cabe, posiblemente la primera que realmente ha sido realizada sin presiones ni coacciones. Y muestra de esa tranquilidad y falta de presiones fue, como algunos periodistas e historiadores han puesto de relieve el hecho de que fuera anunciada con antelación: la primera en la historia de la que hay constancia. En los demás casos la renuncia ha sido siempre inmediata y absoluta.

Ese primer episodio alcanzó su punto más relevante el pasado veintiocho, cuando se hizo efectiva dicha renuncia.

Y en ese mismo momento se inició su segunda fase, la que todos conocemos como Cónclave. Un Cónclave que ha finalizado con la elección del Reverendo Jorge Mario Cardenal Bergoglio S.J. Cono Santo Padre. El primer Obispo de Roma que es Americano.

Pero el hecho de que sea Sudamericano no es en lo único en lo que es lo primero. El nombre elegido, Francisco, el que sea de la Compañía de Jesús, el que se hayan enseñado por televisión imágenes antes de salir al balcón, son otros muchos hitos en lo que este hombre, puede significar un cambio necesario pero positivo en la Iglesia.

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