El final del verano

Astralmente puede quedar más tiempo, pero climatológicamente, y lo que es más socialmente, este fin de semana es el final del verano para muchas personas. Tanto los más afortunados, que pueden tomarse las vacaciones en las dos quincenas doradas, como aquellos que solo se han podido tomar una, acabaran este lunes sus vacaciones, volviendo al trabajo el martes. Solo un pequeño grupo, el de aquellos que no se pueden tomar más que unos pocos días, las empezaran, para acabarlas al fin de semana que viene. Naturalmente esta el otro grupo, el más numerosos, de aquellos que no se toman vacaciones, porque no tienen un trabajo del cual tomárselas, por lo que no pueden ser tomados como referencia.

Pero casi tan importantes como los hechos sociales son los climatológicos. Y eso pese a que, por más que los agoreros hablen de calentamiento, este año ha sido un verano atípico, con días de fresco y tormentas en julio y la primera quincena de agosto, que nos recuerdan a los días que se avecinan.

Para mí significará reencontrarme con algunos amigos y compañeros, los que no se van ahora, y la vuelta a la rutina. Ventajas (y lo digo sin ironía) de trabajar en una empresa que no puede cerrar en verano, por ser uno de los mayores momentos de faena. También una de ellas es el conocimiento de que está ahí, y está con las puertas abiertas. Aunque ese problema, en los muchos que los van a tener, es más de las siguientes semanas: las empresas que cierran una, dos, tres, cuatro semanas o un mes por vacaciones suelen tener la fecha de reapertura prevista para la siguiente semana (no en vano cerrar la semana del 15 implica un día laborable menos de cierre) (la posterior al puente) o en especial la otra ( sea el lunes 29 o el propio día 1 de septiembre) lo que las convertirá, en muchos casos en semanas negras, pues concentran el mayor número de cierres definitivos, junto con la de vuelta de las vacaciones de navidades y año nuevo.

Hace años, en mi juventud, inicie una aventura empresarial, que duró trece años. Por suerte, en mi caso, no fue una crisis y la imposibilidad de seguir lo que implicó el cierre, sino una tentadora oferta de absorción por una gran empresa. Y, sinceramente, ahora me alegro de ello. No solo porque signifique mayor seguridad (también las grandes empresas tienen sus reducciones de plantilla y sus despidos, incluso de personal fijo, pero siempre es menor el riesgo cuando no eres el empleador) sino, también, por la mayor cobertura. Pero, sobre todo, porque trabajo en una empresa que aún en las circunstancias actuales, el año 2010 ganó dinero e incluso se expandió. Y eso muy pocas lo pueden decir.

Y no me refiero a redactores, aunque parece estar sorteando la crisis, ya que, sinceramente, el pobre rendimiento de la publicidad en Internet, tanto aquí como en otras aventuras individuales, ya que el espíritu emprendedor permanece, hace que este modelo de negocio pueda ser únicamente un complemento, una actividad secundaria, incluso para aquellos, como Isasa Weis que saltan de los blog a la televisión, que marcan tendencias o forman opinión, como Enrique Dans. Y traerlos aquí me da pie al artículo de la semana que viene, así que os dejaré pensando sobre que va a tratar.

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