Don Simón, publicidad e internet

Después de unos días alejado de vosotros por motivos técnicos vuelvo con un nuevo comentario general, como todos los fines de semana de esta nueva época, aunque en este caso relacionado con un antiguo artículo.

Ha sido una curiosa sorpresa que no de los artículos que podríamos llamar auxiliares, el que hacia referencia al uso incorrecto de la palabra bricolaje en la publicidad, se ha llenado de comentarios que son tan escasos en otras entradas.

Ese es uno, aunque reconozco que no el único, de los motivos que me llevaron a abrir la sección de off-topic.

Sin embargo no sé si la cantidad de comentarios obedece a un sincero interés de la gente, al intento de algún troll de levantar polémica o a una orquestada campaña de la competencia de una empresa que no tenia nada que ver con el artículo en cuestión: Garcia Carrión.

Lo cierto es que la insistencia de los mensajes en contra de Don Simón me llevaron a investigar un tanto en la web de autocontrol. Eso me hizo pensar que se trataba de algo más que un mero troll, aunque como cualquiera puede comentar sin más que aportar una dirección de correo podrían ser personas diferente o la misma, entrando en la categoría de persona o grupo que por cuenta propia o remunerada realiza acciones en pro o en contra (en este caso en contra) de una determinada marca.

Ignoro si es alguien con deseos de vengarse de Don Simón o si se trata de empleados o simpatizantes de la competencia, pues podemos ver en autocontrol que pese al torticero uso de la palabra condenar por algunos medios, lo cierto es que la empresa Garcia Carrión parece estar dando un verdadero revolcón a la competencia, que, por mucho que algunos se empeñen, no puede «condenar» sino a lo sumo acusar.

Debemos ser cada día más críticos con lo que nos muestran en la prensa, y en eso incluyo a la radio y la televisión, pues lejos de ser los «asépticos y neutrales transmisores de información veraz» tienen sus intereses, sean ideológicos, sean económicos, o espurios y manipulan y tuercen las palabras a su interés.

Reconozco que yo no tengo la verdad, solo mi opinión que comparto con vosotros, pero, al menos, no pretendo ser veraz y transmisor de la verdad absoluta. Pienso lo que pienso y lo expreso mientras el remedo de democracia que tenemos en España me permita hacerlo. No soy ningún héroe, como los que día a día se arriesgan contándonos la verdad sobre la dictadura cubana, desde Cuba. Y si aquí, lo que no es descartable por el camino que llevamos, llegáramos a una situación similar posiblemente optaría por abandonar, antes que arriesgar mi vida o libertad. Por eso mis batallas son tan pequeñas. Pero por eso también, considero importante no engañar con las palabras… para no llegar a 1984:

Entonces, desapareció a su vez la monumental cara del Gran Hermano y en su lugar aparecieron los tres slogans del Partido en grandes letras:

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

Cuando Winston tuvo preparadas las correcciones las unió con un clip al ejemplar del Times que le habían enviado y los mandó por el tubo neumático. Entonces, con un movimiento casi inconsciente, arrugó los mensajes originales y todas las notas que él había hecho sobre el asunto y los tiró por el «agujero de la memoria» para que los devoraran las llamas. Él no sabía con exactitud lo que sucedía en el invisible laberinto adonde iban a parar los tubos neumáticos, pero tenía una idea general. En cuanto se reunían y ordenaban todas las correcciones que había sido necesario introducir en un número determinado del Times, ese número volvía a ser impreso, el ejemplar primitivo se destruía y el ejemplar corregido ocupaba su puesto en el archivo.

Este proceso de continua alteración no se aplicaba sólo a los periódicos, sino a los libros, revistas, folletos, carteles, programas, películas, bandas sonoras, historietas para niños, fotografías…, es decir, a toda clase de documentación o literatura que pudiera tener algún significado político o ideológico. Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día. De este modo, todas las predicciones hechas por el Partido resultaban acertadas según prueba documental. Toda la historia se convertía así en un palimpsesto, raspado y vuelto a escribir con toda la frecuencia necesaria. En ningún caso habría sido posible demostrar la existencia de una falsificación.

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