De desilusión también se vive

En este dominical, que yo quería que fuera variado y dado lo mal que está la situación acaba tendiendo siempre hacia la política, quizás para compensar el abandono del blog El liberalismo por parte de nuestra amiga Ibiza, quizás como huida de la mala situación actual.

Como os anunciaba el 14 no hice huelga, y no por falta de ganas, después de ver como un traidor torticero ha lamido culos para robar ascensos y tras anunciar a bombo y platillo que hacía huelga el día 14 se tomó un día de vacaciones, según me enteré el mismo día. Evidentemente no solo hay inútiles, mentirosos e indeseables en el gobierno, aunque allí hagan más daño; también los hay en muchos ámbitos de la vida y he comprobado que cuanto más extremas son son posturas… más falsas. Cuanto más anarquistas se dicen más autoritarios y tiránicos son.

Mucha gente hizo huelga, o asistió a la manifestación, si no pudo hacer huelga por carecer de trabajo, por estar en contra del gobierno. Muchos no fuimos, a pesar de estar en contra del gobierno, pues pensamos que si él lo está haciendo mal, aquellos que se pusieron en la cabeza de la manifestación, lo hacen peor: desde un vídeo protagonizado por una chica dos años en paro… ¡¡¡¡Cuando ellos estaban en el gobierno!!!! …hasta las millonarias subvenciones que cobran otros o, lo que es peor, que al dejar de cobrar usan como excusa para aplicar a sus trabajadores (ex-trabajadores, ya, en muchos casos) aplicándoles una reforma laboral contra la que luego se manifiestan. Cuando, recordemos, esta no obliga a las empresas: es voluntaria, aunque eso sí, si se acogen a ella se pueden ahorrar mucho dinero. Aún no he oído ningún líder sindical decir que lo hacen para no tener que despedir a más gente, entre otras cosas porque eso sí seria para ellos darle la razón al gobierno, aunque para mí lo es igualmente el aplicarla.

Cosas como esta hacen que la pasada huelga sea un fracaso, un fracaso mayor que la anterior.

Si realmente quieren que creamos en ellos realmente tienen que empezar por ser coherentes: reconocer lo que hacen y porque lo hacen y abandonar la progresia de salón para ayudar a encontrar soluciones factibles. Y dar ejemplo renunciado a las subvenciones, como los sindicatos de los demás países europeos que no no necesitan rescate.

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