Antes de contaros otras peripecias vuelvo atrás al día que lo instale y me duró cuatro horas.
Ese más o menos fue el tiempo entre que introduje el CD y el monitor tras reiniciar me dio el mensaje «vídeo incompatible».
Esto vino por la curiosa característica que tiene Ubuntu de fijar el monitor genérico a 800×600, cuando luego hay aplicaciones, incluso del propio sistema, que no las escala y quedan fuera del escritorio, claro que eso también lo hace Windows, pero todos sabemos que no funciona y vende por el márqueting… así que a un programa sin márqueting se le espera algo más.
El caso es que, debido a ello, me urgía poder cambiar la resolución a mayor, así que probé a cambiar el monitor genérico por un Hunday (es la marca) similar a mi monitor de 19″ (ya que el modelo exacto no existía). Me indico que tenía que cerrar la sesión, solo la sesión, y así lo hice volviendo a entrar sin abandonar realmente el gnome. Al volver a entrar tenía la resolución de 1024×768 que había configurado.
Todo parecía perfecto, así que lanzado, lanzado, me lance a actualizar el sistema lo que me bajo una importante cantidad de archivos.
