Sí, no me he equivocado, ni es una falta ortográfica. BURROCRACIA, con dos R de burro ó asno ó pollino ó cualquier otro nombre, incluso mula, que se le quiera dar relacionados con tan simpáticos animalitos que, pese a su simpatía son más cabezotas e independientes que animales mayores y con fama de más listos, o sea los caballos, y que, a diferencia de estos que siempre obedecen, tienden a hacer lo que les dé la gana, y en general nada. Es decir prefieren quedarse tranquilos y quietos antes que trabajar.
Esta es una pausa en la narración de la autopromoción, aunque tiene que ver con ella. Este artículo trata sobre el único recurso, cada vez menor, que en este país, cada vez menos democrático, nos dejan a la ciudadanía: el recurso al pataleo.
Como ellos existen en todos los ayuntamientos departamentos de urbanismo que sin la adecuada lubricación… no funcionan. No digo que sean los políticos, ni los funcionarios, ni una necesaria mezcla de ambos… y probablemente ante la brutal caída de construcción, motivada por una mayor caída de ventas, quizás las cosas hayan cambiado.
Pero cuando yo solicite la licencia de obras las cosas estaban así:
Pueblo de unos 2000 a 3000 habitantes. No indico el nombre pues es indiferente.
Licencia solicitada hace nueve meses. Sin contestación por parte del ayuntamiento. Comentando con el aparejador y con otros profesionales del ramo con los que llegamos a contactar la situación era muy similar en muchos pueblos de España: tiempos enormes para cualquier trámite y aprobación… y aprobaciones rapidísimas y misteriosas, en algunos casos.
Al final el aparejador consiguió hablar con el técnico (no sé si aparejador o arquitecto) municipal y tras discutir algunas irregularidades, no necesariamente del proyecto, obtenemos la aprobación.
Pregunta de algún conocido ¿solo ocho meses? ¿y cuanto te ha costado? (haciendo un significativo gesto con los dedos)
