Autopromoción: la obra

Cuando ya disponíamos de todo el papeleo, después de la Odisea que he ido contándoos y conseguimos el dinero, o al menos la disponibilidad del mismo, se inició, por fin, el proceso de obra.

Me río yo bastante cuando en el foro de debates del Colegio de Ingenieros Informáticos alguien planteaba que uno de los problemas de retrasos y sobrecostes era que los Ingenieros cubríamos todo el ciclo de producción mientras que una casa la diseña el arquitecto pero luego se contrata a operarios para producirla… ¡Como si eso no causara retrasos, problemas y sobrecostes!

En realidad ha sido un paso previo, aunque no os he hablado de él hasta ahora, pues no ha tenido más importancia que ser la herramienta (una de ellas) de selección del constructor. Me refiero, naturalmente, al presupuesto. El REAL, no el oficial que figura en el proyecto, y que se usa para pagar los impuestos, sino el que realmente tendremos que pagar al constructor. Dicho presupuesto debería diferir del de proyecto en que incluye el beneficio industrial del constructor… que cuando realizamos las obras oscilaba entre el 10 y el 15%, pero hay muchas más diferencias. Para empezar los costes de un constructor varían en función de como subcontrate determinadas partidas… (¿Y si las hace él?, os preguntáis entonces no es, o al menos entre el 2004 y 2006 que realicé yo la autopromoción, no es constructor: es albañil, maestro de obras, jefe de colla… Sinceramente no encontré ninguno que lo hiciera con sus propios empleados).

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