Sanidad: copago o repago

Sanidad: copago o repago

La idea fiscal más simple, la que por ejemplo estaba en vigor en muchos países e imperios de la antigüedad es el impuesto «per capita» que era por persona o por cabeza de familia, en algunos casos. Su principal ventaja es que se trata de impuestos fáciles de calcular. A estos siguieron algunos impuestos que hoy día consideraríamos más justos, como el del patrimonio, según el cual se pagaba más impuestos según se tenían más bienes (claro que esta medida generalmente venia acompañada de algunas prebendas: en la antigua Republica Romana primero dio la posibilidad de servir en el ejército —y hacerse con parte del botín— y además el derecho a voto) y se acompañaba de otro tipo de impuestos a las mercancías (aduanas) y derechos de paso (peajes) por la facilidad que todos ellos tenían para su cálculo. pero tuvo que ser de la mano de la religión que naciese el impuesto que hoy día se considera más justo: el impuesto a los ingresos, en aquellos tempos el diezmo o décima parte, porque… ¿pudiendo perder el alma quién iba a defraudar a dios?

La evolución social de estos dos últimos siglos ha llevado a otros conceptos considerados más justos buscando que pague más quien más gana: Eso ya se tiene con los diezmos, pero las modernas teorías, sobre todo socialistas, plantean que pague más porcentaje quien más gana, en lo que se conoce como redistribución. Es lo que se llama fiscalidad progresiva.

Sanidad: copago o repago

La diferencia de un impuesto y una tasa es que el primero no depende de lo que se recibe del estado, mientras que la tasa es pagar todo o parte (en ese caso proporcional) de un servicio que presta el estado. Como se ha comprobado que la gratuidad de un servicio (lo cual es una falacia, si el que percibe el servicio no lo paga alguien lo paga) provoca que su demanda sea infinita, se inventó el sistema de pagar una pequeña parte (en muchos casos simbólica, es decir no proporcional al coste) del servicio, llamada copago.

En algunos casos excepcionales, cuando es objetivamente necesario que el ciudadano use el servicio o cuando el copago pudiera resultar prohibitivo, se pueden crear excepciones, como las exenciones e copagos a embarazadas, minusválidos o personas carentes de rentas.

El problema es cuando pretendemos aplicar criterios de progresividad a los copagos, como hizo en su día el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y como pretende ahora extremar la ministra de sanidad, e incluso como han propuesto algunos que determinadas rentas lleguen a pagar todo el servicio, pues eso nos lleva a que aquellos ciudadanos que más contribuyen con sus impuestos a financiar el sistema tienen luego que pagarlo, mientras que aquellos que menos contribuyen acaban sirviéndose de él gratis. Entonces no estamos ante un copago sino ante un repago que puede tener un efecto potencialmente desastroso: que aquellos que más pueden contribuir acaben huyendo a países con menor fiscalidad y dejando de contribuir al sistema en toda su extensión mientras los consumidores eximidos de tal impuesto consuman sin límite.

 

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