Autopublicación y Autoedición

Como de costumbre, últimamente, os traigo uno de los artículos de mi otro blog, referente a mi primera experiencia editorial… o no. en todo caso una experiencia fue.

Quedé la semana pasada en terminar esta de contaros la aventura de mi primera «no experiencia» editorial por lo extraño que en resultó los ajustados plazos (quince días para corregir, maquetar, diseñar portada, imprimir y montar no me pareció posible, es decir no me pareció posible si se seguían todos los pasos), así que cuando días después me llamaron para que les remitiese el contrato firmado les indique que había alguna cuestión que me planteaba dudas y se lo había pasado a mi abogado para que me asesorase, que estaba esperando su respuesta. No volvieron a llamar.
Tiempo después, en una Hispacon, coincidí con un amigo que había publicado con esa editorial. La novela, una colaboración de varios autores en la que él había desarrollado el papel principal, era original y bastante bien estructurada, más por su labor que por el trabajo de la editorial, pues como el mismo llego a comentarme publicaron el manuscrito tal cual. En otra Hispacon posterior coincidimos con una editora y mi amigo que estaba buscando editorial para la segunda parte (una simple señal de que no estaba contento) ya que el tema de la propaganda y demás al final había quedado en manos de los tres autores (algo que no le importó demasiado ya que entre sus compañeros él tenían bastante contactos y los habían vendido todos… los cien ejemplares de la primera impresión) pero le habían llegado referencias de que autores que habían realizado una segunda impresión (distribuida, supuestamente, en parte al menos por la editorial) pero no habían llegado a ver los royalties nunca. Además reconoció que el manuscrito había sido publicado tal cual, cuando empezaron a comentarle las faltas de maquetación y edición. Por suerte la historia , para él, acabó ben pues terminó publicando la segunda parte (y una segunda edición de la primera) con la editora con la que conversamos. Pero me consta que no ha sido el caso de la mayoría de autores de su primera editorial.
Durante ese año, además, yo había realizado varios cursos de escritura y llegué la conclusión de que esa primera historia no podía siquiera llamarse novela. Eran aventuras de sus protagonistas, sí, pero no había evolución, no había motivaciones y no había cambios. Por ello opté por sacar del cajón virtual los viejos escritos (y digo virtual porque ese cajón eran una serie de disquetes de ordenador) y empezar a actualizarlos. Historias en la que el protagonista sí evolucionaba, aunque quizá parte de las fases de esa evolución se haya quedado en mi cabeza. Presionado además por la cuestión de las fechas, (había escrito la novela en los años noventa ambientándola en el final de la segunda década del siglo XXI) y por la necesidad de una actualización tecnológica, pues la evolución científica hacía que me resultasen obsoletas y fuera de la realidad (resultaba cómico releer la historia y ver como los personajes se preocupaban por localizar un punto en el que enchufar el implante que llevan en la cabeza a la red telefónica) con lo que el manuscrito acabó con menos del 50% de tamaño del original. Sin embargo, la parte política apenas la toqué. Y al final conseguí mi objetivo de publicarla antes de que las fechas llegasen. Ahora será una ucronía, pero al menos la he podido publicar como ciencia ficción, aunque eso para la semana que viene.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *