Las perchas infantiles son muy graciosas, bonitas y de muy variadas formas… Pero generalmente suelen estar diseñadas para aguantar poco peso. No es que la madera aguante poco, no, pero otros elementos como los enganches de los que cuelga sí son débiles. Tanto que al ir creciendo y llegar un momento que su tamaño ya es casi el de un adulto, y el de su ropa también, estos no aguantaron el peso.
La solución, evidentemente no es poner unos iguales, que además tendríamos que taladrar ya que el tornillo tiene otra función pues es el que soporta la estructura de la percha y el colgador. La solución vino del uso de cáncamos u ojos de rosca que soportan mucho más peso.
Atornillarlos es relativamente fácil, basta con taladrar un poco la madera y luego atornillamos manualmente o, si la madera es muy dura, pasando por el mismo ojo que usaremos para colgar un destornillador, punzón o cualquier otro elemento que nos permita hacer palanca y girar.
Y una vez terminada solo nos queda colgarla de la pared. En este caso no hemos sido muy cuidadosos con las medidas ya que al ser una percha extensible es fácilmente adaptable a las alcayatas originales.
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