155, FLA, deuda y la cobardía institucional

Después de lo acontecido a lo largo de la semana creo que ha llegado el momento de un nuevo off-topic ya que la actualidad manda.

Hay quien olvida que cuando algunos militares se alzaron en armas contra el gobierno de la república de España el 17 de julio de 1936, en Melilla, un periodista le preguntó al entonces jefe del gobierno Santiago Casares Quiroga, del partido  Izquierda Republicana, que iba a hacer puesto que los militares se habían levantado en armas, él respondió: «Pues si los militares se han levantado yo voy a acostarme.» y lo cierto es que su inacción esa noche propició que al día siguiente, Emilio Mola “El director” en Pamplona, Gonzalo Queipo de Llano en Sevilla, José Moscardó director de la academia militar en Toledo, Manuel Goded en Baleares, Yagüe en Tetuan y Francisco Franco en Canarias, junto a otros muchos, siguieron el plan y se alzaron en armas. Algunos opinan que una acción contundente esa noche del 17 había evitado el alzamiento de los demás.

Salvando las distancias, pero esta semana nuestro particular “Casares Quiroga”, es decir Rajoy, se ha limitado a no hacer nada frente al imparable levantamiento independentista. Es cierto que hoy día, en pleno siglo XXI y ante las omnipresentes cámaras de televisión el uso de la fuerza parece estar descartado, incluso cuando los insurgentes recurren primero a ella, pero hay algunas medidas que los españoles hemos echado de menos esta semana. Medidas que no implican movilización militar pero que sí servirían para darles un baño de realidad importante a muchos de los independentistas de boquilla:

155: El artículo 155 requiere que se realice un llamamiento previo al presidente de la comunidad autónoma para que pueda ser convocado el senado. Cumpliendo con él este viernes el presidente debería haber protagonizado la rueda de prensa tras el consejo de ministros y oficialmente debería haber enviado dicha advertencia.

FLA y otros medios de financiación adicional al sistema de financiación autonómico. Su congelación inmediata, así como otro tipo de medidas económicas de aislamiento de la generalidad de cataluña mientras persistiera en sus delirios separatistas, como podía ser una transaccional al reglamento del IVA para que las empresas cotizasen por el lugar dónde realizan la venta y no por su sede social, lo que desmontaría la falacia de las balanzas fiscales.

También la congelación de ayudas a los bancos con sede en cataluña y la cancelación de todas las subvenciones del estado a empresas catalanas, a menos que trasladasen su sede fuera de la comunidad autónoma y la notificación a los pensionistas de cuál sería su pensión si se rompiese la caja única (cataluña es deficitaria en ese sentido en unos 16000 millones, según he leído, aunque no especificaban dichas fuentes si en pesetas o euros) de la seguridad social.

Deuda: Aunque lo mencionó la vicepresidenta, lamentablemente a continuación indicó que el estado (o sea España, la nación española) seguiría financiando a la autonomía catalana, hoy por hoy la fiabilidad de la generalidad en los mercados es nula. En lugar de las palabras de Soraya muchos españoles hubiéremos preferido oír a Rajoy o a Montoro decir que desde ahora el estado dejaba de respaldar las emisiones de deuda de la generalidad y que, si alcanzaban la independencia tampoco respaldarían las ya emitidas.

Pero no. En lugar de tratarlos como se merecen, como un niño díscolo y mimado (aunque elevado a la categoría de problema debido a su carácter oficial) que necesita un correctivo y una importante dosis de realidad el cobarde gobierno que nos mangonea (decir dirige sería un halago para alguien como Rajoy que no hace nada) prefiere como Casares Quiroga meter la cabeza bajo tierra y no hacer nada, dando pie con su cobardía a que el enemigo se crezca y vuelva a romper España.

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