En artículos pasados hemos repasado los dos pilares que han constituido España en un país de propietarios, dónde más del 80% de los españoles reside en vivienda propia. Hoy día uno de esos dos pilares está flaqueando. Las sentencias sobre clausulas suelo, gastos de las hipotecas e incluso la posibilidad de que se apruebe por ley (o de que los jueces por su cuenta decidan establecerla, como ha pasado en los otros casos) la dación en pago de forma retroactiva obligatoria para los bancos, puede hacer flaquear el segundo pilar de esta situación: la facilidad de crédito.
En épocas pasadas, antes de la creación del Euro, los tipos de interés en España han sido históricamente altos, bastante más que los países de nuestro entorno, aunque solo unos pocos (y principalmente en zonas de costa) se han financiado en el extranjero (o en bancos españoles en hipotecas en divisas extranjeras). La mayoría puede ser por desconocimiento, pero no todos. De hecho si las hipotecas en divisas eran mayoritarias de zonas costeras en principalmente porque en gran medida estaban contratados por extranjeros en su divisa nativa. Cuando uno se hipoteca en una moneda extranjera, porque pueda parecer más barata, puede acabar descubriendo que ante la caída del valor de la propia moneda (sea en el mercado o por decisión política) el crédito que hasta ese momento ha sido «barato» de repente se encarece brutalmente. Por el contrario, la inflación, que históricamente ha sido alta en España y que por la dependencia del petróleo se ha disparado aún más cada vez que tratando de compensarla el gobierno ha devaluado la moneda, ha realizado que en, ocasiones, el crédito acabara siendo de interés negativo.
El riesgo es que ahora no tenemos alta inflación y las medidas que ahora parecen tan populares y populistas pueden causar un encarecimiento del crédito que haga inviable para los españoles adquirir una vivienda.
