Un país en ruinas por el caos de la construcción: Llanera II

Comentamos el fin de semana pasado algunas de las prácticas de Llanera y su principal prestatario Bancaja, hoy Bankia.
La mayor parte del capital que manejaba, tanto para las obras que realizaba como para pagar los terrenos que iba comprando, dependían, en realidad, de las compras futuras y de los préstamos que por estos bienes recibía. No tengo la seguridad de que siempre actuaran así, pero sí lo hicieron en casos y conozco gente que tuvo problemas para cobrar el final de los terrenos vendidos, teniendo que acudir como acreedores al concurso y perdiendo gran cantidad de la deuda.
La cuestión fue simple: al entrar en vigor la normativa por la que los terrenos no urbanizados podían ser expropiados por su valor rustico Bancaja no quiso renovar los créditos a valor de urbano sino de rural. Pero eso significada que Llanera no tenía capitán para trabajar, ni siquiera para devolver los créditos… y mucho menos para pagar el resto de las compras que debía. Dado que tenía que devolver los créditos y la ley bancaria, esa misma que hace que en España no existan en realidad hipotecas sino créditos personales con garantía hipotecaria, y que con la entrega de los terrenos, ahora que el banco los valoraba como rural, por mucho que pudiese revenderlos como urbanos, hizo lo único que podía: suspender pagos.
Resultado: terrenos comprados y pagados a medias que no se acabaron de pagar, obras cobradas en parte y que se quedaron a medias, gente que perdió su dinero y su futura casa y cientos de empleados directos o indirectos a la calle.
Y todo por una mala decisión del gobierno que supuestamente iba a beneficiar a la administración (es decir a sus alcaldes y presidentes autonómicos) pero que no tuvo en cuenta sus consecuencias.

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