Ya solo queda la conclusión de esta serie de artículos comparando la actuación del gobierno en la manipulación de los mercados automovilístico e inmobiliario.
El caso de los automóviles es un ejemplo de una manipulación que, al menos, se hace en el momento adecuado para compensar los efectos negativos del ciclo económico y del mercado. Mientras que las actuaciones en el caso de la vivienda siempre han estado motivadas por algún oscuro interés, que no es precisamente el de compensar la dureza del mercado. Dar apoyos a la compra cuando no hay problemas de demanda solo produjo una mayor subida de precios, cierto que elevó el empleo, pero a costa de llenar la construcción de cientos, miles de personas que no tenían conocimientos y que nos llevaron a que en muchas ocasiones las casas más caras de la historia fuesen las más mal construidas y con más fallos.
Retirar las ayudas cuando bajó la demanda, ante la incapacidad de financiarse, no trajo la esperada bajada de precios, pero sí un brutal aumento del paro. Y a todo esto ¿quiénes son los beneficiarios de estas polémicas medidas?: en un primer momento los promotores, que aumentaron los precios impunemente (y no me voy a extender sobre la financiación a ambos partidos políticos por parte de estos en la época de bonanza) y con ellos sus márgenes y beneficios. Y en un segundo momento a los bancos ¿o acaso no ha sido el dinero de las ayudas no concedidas a la compra de viviendas parte del destinado al rescate bancario? ¿Por qué o se dejaron caer los bancos?, bancos (y cajas de ahorros, sobre todo) que esos mismos políticos habían esquilmado con créditos no pagados a sus partidos y a entidades oficiales.
